Sierra Nevada de Santa Marta, ¿un objetivo en la “guerra del agua”?
- OSCAR VILLAFAÑE TORRES
- 25 nov 2017
- 2 Min. de lectura

A finales de noviembre del año pasado y en varias oportunidades durante este año los indígenas del resguardo Kogi-Malayo-Arhuaco y las comunidades campesinas residentes en las inmediaciones del Río Don Diego en la Sierra Nevada de Santa Marta, se movilizaron en la Troncal del Caribe para protestar contra el proyecto de construcción de una hidroeléctrica en esa zona situada a 60 kilómetros de Santa Marta. Es muy preocupante que el gobierno nacional haya tratado de restarle importancia al hecho de que sí se adelantaron gestiones conducentes a preparar las condiciones para otorgar licencia ambiental a este proyecto, que atenta contra uno de los sistemas biodiversos más importantes del mundo, un gran complejo biogeográfico que abarca cerca de 17.000 kilómetros cuadrados, que posee todos los pisos térmicos y los picos nevados más altos del mundo al borde de un litoral marítimo, alberga un número considerable de cuencas hidrográficas (36), de las cuales se abastecen los departamentos del Magdalena, Cesar y Guajira y es el hogar de un sinnúmero de especies animales y vegetales, varias de ellas en vía de extinción. La Sierra Nevada de Santa Marta es también el hogar de cuatro grupos indígenas que la habitan y protegen y defienden allí sus ancestrales tradiciones, los kogui, arhuacos, wiwas y kankuamos; existen igualmente en sus territorios varias comunidades de colonos que cultivan los fértiles suelos de la parte baja de la Sierra y contribuyen al abastecimiento de alimentos de los pobladores de Santa Marta y pueblos aledaños.
El tema del aprovechamiento del potencial hídrico de la Sierra Nevada de Santa Marta va más allá de un debate en torno a la conveniencia o inconveniencia de un proyecto hidroeléctrico y de sus posibles efectos negativos sobre el medio ambiente, el paisaje, la fauna, la flora, las comunidades residentes etc. Para decir una verdad de Perogrullo, el almendrón de este asunto es el agua. Y no es cosa de poca monta. Lo que está en juego aquí es el inicio (¿o la continuación?) de un proceso de aprovechamiento de las poderosas reservas de agua que guarda este enorme complejo montañoso. ¿Quién nos asegura que tras el cuestionado proyecto hidroeléctrico no están diversos buitres transnacionales? Sí, aquellos que comercian con el agua con el criterio impuesto por la OMC y los organismos que trazan línea mundial sobre la globalización y su principal motor, el libre comercio, de que el agua es uno más de sus “commodities”, o sea, materias primas consideradas como bienes transables en el mercado de valores. Es muy posible que tales buitres hayan cubicado ya, con sofisticados sistemas satelitales, las reservas acuíferas de la Sierra Nevada de Santa Marta, y se apresten a iniciar el proceso de despojo de este, nuestro preciado recurso.
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